Paletillas y vino para las cruces de Lanjarón
Los vecinos de esta localidad alpujarreña elaboran altares con cruces adornadas con flores y muchísimos elementos decorativos dignos de admiración para celebrar el Día de la Cruz
El Ayuntamiento de Lanjarón está satisfecho con las cruces que se han instalado en el casco urbano con motivo del Día de la Cruz. El equipo de gobierno, con su alcalde a la cabeza, Eric Escobedo, visitaron todas las cruces y le hicieron entrega de una paletillas y cinco litros de vino a los grupos de personas que las habían montado muy primorosamente. En Lanjarón se vive intensamente el Día de la Cruz. En la Plaza de la Constitución, el Ayuntamiento montó la Cruz municipal. Este evento ha corrido a cargo de la concejalía de Turismo, Cultura, Educación, Festejos y Tradiciones, a cargo de la edil, Antonia Romero Ojeda.
En Lanjarón existe una ermita situada en el Tajo de la Cruz. Fue construida en 1899. Se levantó a devoción de José Lozano Piñar y María Villaverde Gutiérrez. La leyenda y el mito van de la mano en todo lo relacionado con la esta ermita y su construcción. El Tajo de Cruz recibe su nombre por la cruz situada al filo del promontorio, pero la razón de situar ahí la cruz es el inicio del relato que envuelve al nacimiento de la Ermita.
El tajo, todavía sin cruz, era y es un emplazamiento geográfico único, especial, su situación privilegiada permite tener una visión panorámica plena del asentamiento urbano y de todos los pagos agrícolas del municipio. Pues bien, según la leyenda, este era el lugar utilizado para las prácticas de brujería por las hechiceras, acompañadas puntualmente en los días especiales por el diablo o algún subalterno cualificado, donde alrededor del fuego danzaban y realizaban ejercicios de arte amatorio.
Llegó a ser de tal calibre el jolgorio y la asiduidad del personal a tales actos y la influencia que esto causaba en todo el vecindario, que la Iglesia Católica y sus prosélitos decidieron colocar una cruz en lo más alto del tajo como remedio contra esos desmanes demoniacos. Cruz que consiguió que se abandonen esos ejercicios espirituales ejercidos en el lado oscuro y desde entonces despliega como guardiana toda su esencia e impronta. En este lugar existen dos cruces de madera.
José Lozano Píñar, conocido como el maestro Píñar por ser carpintero de profesión, iba un día invernal de cacería por los alrededores del Tajo de la Cruz y pudo más su ímpetu de cazador que su fe piadosa, era un hombre de creencias muy arraigadas, que al posarse un zorzal en un brazo de la cruz disparó, al recoger su trofeo comprobó que la cruz sangraba y ante este hecho sorprendente hizo promesa de levantar una ermita a devoción de la Cruz. Promesa que cumplió y que su familia, ya la tercera generación, ha continuado desde entonces cuidando de la Ermita todo el año.
Cada año al llegar el 3 de mayo se celebra el día de la Cruz peregrinando a la Ermita, que ese día se encuentra más blanca y engalanada. La noche previa se realiza la velada de la cruz donde un grupo de vecinos que como exvoto o promesa, están durante toda la noche en el tajo tanto dentro de la ermita como en la placeta exterior, donde un fuego anima la noche y así de forma inconsciente se regresa con el fuego como denominador común a aquellas noches taumatúrgicas anteriores al desembarco del símbolo cristiano en el tajo. El equipo de gobierno del Ayuntamiento acude a las doce de la noche para repartir chocolate y dulces.
El Tajo de la Cruz está en el imaginario de todo el pueblo pues domina desde su atalaya cualquier perspectiva que tenga como origen el Este, es decir lo primero que se ve a sol naciente es la figura de la Ermita recortada sobre el horizonte.
Otros, los más imaginativos, a esa imagen la adornan con bellas hechiceras danzantes junto al fuego refulgente y su cara sufre la transformación de lo prohibido. La Ermita de la Cruz de Lanjarón ha sufrido algunos retoques como el de 1921 incorporándose el porche y una pequeña sacristía. Todos los años se viene celebrando la tradicional romería el día de la Cruz y la velada la noche antes.
Se trata de una Ermita encalada de planta rectangular y tejado a dos aguas sin más vanos que el de la puerta de entrada, a medio punto, y unas pequeñas ventanas laterales cuadradas. Posee una ámplia portada frente a su fachada que se encuentra enlosada con terrazo y rodeada perimetralmente por poyos corridos de obra, en uno de cuyos ángulos se haya clavada una cruz.
Aparece además otra cruz de madera más pequeña y más antigua adosada al hastial de la fachada lateral que mira al pueblo. En su interior hay un altar. El día de la Cruz se celebra misa en este lugar, a las ocho de la mañana. A este sitio, que este año cumple 123 años de vida, se puede acceder en vehículo después de pasar durante un corto trayecto el puente del río o andando tomando desde un camino de herradura. Este lugar es muy visitado por devotos y senderistas amantes del deporte y de la naturaleza. Sus vistas son expectaculares.