“Con un poco de esfuerzo y uniendo fuerzas se puede conseguir mucho”

Álvaro Romero vuelve a su vida cotidiana después de formar parte de la Operación Aurora, salvando a decenas de personas del horror de la guerra de Ucrania y favoreciendo la reagrupación de familias que en algunos casos no se veían desde hace años

3.300 kilómetros separan Mecina, en el municipio de La Tahá, de Varsovia, en Polonia. Es el camino que ha recorrido, ida y vuelta, Álvaro Romero, junto a una decena de compañeros, para arrancar a familias enteras de la guerra de Ucrania y propiciarles una nueva vida en paz, donde los genocidas no puedan alcanzarles. 

Hace más de una semana que Álvaro, policía nacional, se embarcó en la Operación Aurora. Nos atiende desde su casa de Mecina, reponiéndose de un trayecto que ha resultado “más duro” de lo que esperaba, “porque más que un vaivén de sentimientos esto ha sido una ruleta rusa”. Junto a su cuñado Juanmi admite que ha vivido muchas situaciones de estrés, “agobios, pero también alegrías, donde hemos visto lo mejor de nosotros mismos. Ha sido espectacular por los momentos que hemos vivido, por el trato, pero sobre todo por las almas que hemos traído, personas que han vivido la dureza de la guerra”. 

El trayecto también ha dado mucho que pensar. “Durante el camino de vuelta pensaba en todo lo que habían vivido mis abuelos y mis padres, que por culpa de la guerra tuvieron que emigrar a Francia y vivir allí. No quieres comparar, porque son otros tiempos, pero las consecuencias de una guerra siempre son las mismas”, admite Álvaro. 

A pesar de la dureza de la situación, este policía nacional recuerda momentos muy bonitos de la expedición. “Los últimos días fueron espectaculares, como cuando nos invitaron a comer en Ocaña en el Restaurante 3 J, o cuando conseguimos llevar a una madre con su hija en Madrid y nos preguntó si podia darnos un abrazo para luego enseñarnos como nos tenía grabados en el móvil, con el nombre Superhéroes… por todas estas cosas vale la pena cualquier operación”, cuenta Álvaro emocionado. 

Y aún les quedaba el final del viaje, porque en Granada los refugiados quisieron agradecer esta acción solidaria entonando el himno nacional de Ucrania, un canto a la resistencia y contra la sinrazón de una guerra. 

Finalizada la operación, quedan las sensaciones, “la sensación de que si hemos podido hacer esto, que a nosotros nos cuesta muy poco, con un poco de esfuerzo y uniendo fuerzas se podría conseguir mucho, por lo que hay que ponerse manos a la obra y seguir con este tipo de cosas, con microproyectos de carácter personal, sin intermediarios, construyendo una cadena de favores”, explica Álvaro Romero.