Los gigantes de la Haza de la Iglesia de Trevélez

En el secadero de jamones de José Antonio Alonso existen un par de jamones de un particular que en carne han llegado a pesar entre los dos la friolera de 66 kilogramos

En el secadero de jamones El Rincón de Trevélez existen jamones de gran calidad, algunos gigantescos, curados al natural, como antiguamente se hacía en este pueblo de La Alpujarra alta. José Antonio Alonso Gallegos es su propietario. En este secadero llama la atención un par de jamones que pesaron en carne 33 kilogramos cada uno y dos paletas que pesaron 20 kilogramos cada una. Pertenecen a un vecino de Málaga. Precisarán cuatro, cinco o más años para que puedan secarse, madurar y degustarse. El cerdo que obtuvo estas gigantescas piezas llegó a pesar 412 kilogramos. En este establecimiento, situado en la Haza de la Iglesia, también se pueden adquirir, quesos, embutidos, miel vinos, tomates rosas y pimientos caseros, orejones, etcétera.

José Antonio Alonso, de 56 años de edad, sabe mucho de jamones, de miel, repostería morisca y otros productos que vende con mucho éxito en su tienda El Rincón de Trevélez. Nunca cierra. José pudo ir a la escuela hasta octavo. Desde los 14 hasta los 18 años ejerció de pastor de ovejas en la sierra. Todos los días se acercaba a Siete Lagunas. Tenía un mulo y un caballo para el transporte y un ramillete de perros. Él dormía en un cortijillo en la sierra con otros ganaderos. Los borregos eran adquiridos por marchantes. Cada semana bajaba al pueblo a por víveres. Sus padres se quedaban en Trevélez para realizar las tareas en el campo.

Las ovejas de José Antonio careaban en Siete Lagunas. El Servicio Militar lo hizo José Antonio en Vitoria e Irún. Una vez licenciado empezó a trabajar en el camping de Trevélez y se casó. Después, en 1999, comenzó a trabajar en un saladero-secadero de jamones y más adelante se puso por su cuenta. Según José Antonio “las condiciones del clima que hay aquí en Trevélez son muy favorables para curar los jamones de forma natural, sin ningún aditivo químico y secados a temperatura ambiente. Los dos jamones más grandes que me han traído para secarlos pesaron en carne 33 kilogramos cada uno. Y las dos paletas o brazuelos pesaron en carne 20 kilogramos cada pieza. Pertenecen a un malagueño. Son piezas descomunales, las más grandes y hermosas que hasta la fecha han entrado en mi secadero para ser curadas sin prisas para que dentro de unos años se puedan saborear ricamente”, ha manifestado este célebre jamonero de Trevélez.