Las macetas y primores de Pepa Moreno

A la vecina de Mecina Bombarón, Pepa Moreno, le encanta tener muchas macetas en su casa y también da rienda suelta a la creatividad con agujas, hilo y lana

Una vecina de Mecina Bombarón, Pepa Moreno Castillo, de 77 años de edad, dedica su tiempo libre a cuidar macetas y también a realizar labores de ganchillo para su familia. En otros tiempos en este estupendo pueblo de La Alpujarra la tradición de los trabajos de bordado, encaje y ganchillo eran muy significativos, valorados y solicitados. La casa de Pepa Moreno se encuentra situado en la Avenida José Antonio Bravo. Pepa madruga mucho. Cada mañana riega sus macetas, las limpia de hojas secas y también les habla también porque asegura que se ponen más bellas y coloridas.

Pepa posee geranios, siempre floridas, la suegra y la nuera, claveles, zalea, patos, dalias, rosales, margaritas, pendientes de la reina, etcétera. Además, su marido siembra algunas plantas de tomate a la entrada de su casa para el gasto de su morada. También una parra le suministra sombra y uvas muy buenas y tempranas que por Santa Ana ya se pueden comer. A Dolores, la madre de Pepa, también le encantó cuidar muchas macetas a pesar de tener ocho hijos. Ella murió a los 97 años de edad. Pepa aprendió a cocinar, coser y hacer prendar para vestir y para la casa gracias a su querida madre.

Pepa Moreno comenzó a realizar labores de ganchillo a corta edad. Su madre Dolores Castillo realizó prendas hasta tres años antes de dejar este mundo. Dolores la enseñó a coser y a cocinar. Pepa, para poder ayudar a sus siete hermanos y a sus padres, también comenzó siendo muy pequeña a guardar marranos por el campo y a realizar algunos mandados. A la escuela acudió muy poco porque la precariedad de la economía familiar hacía que ella y sus demás hermanos fueran mano de obra necesaria para sacar adelante la casa y la pequeña explotación agraria y ganadera.

Pepa Moreno cuando cumplió 14 años comenzó a trabajar como un hombre: segando, mancajando, sembrando cereales, trillando, arando, sacando estiércol de las cuadras, criando gusanos de seda para vender los capullos de seda a un hombre de Cádiar, etcétera. También, Pepa buscó tiempo para recoger castañas y bordar velos para conseguir algún dinero. A los 22 años contrajo matrimonio con Manuel Ferrer y se mudaron primero a Barcelona y después a Alemania durante ocho años para poder trabajar y prosperar. Pepa ha confeccionado a sus dos hijos y a su familia muchas bufandas, colchas para las camas, tapetes de mesa, cojines, calcetines de lana, etcétera.

Pepa Moreno también es una experta cocinera porque cuando cumplió 12 años tuvo que empezar a guisar la comida en el cortijo que poseían en su finca de la sierra de Mecina Bombarón. “En aquellos tiempos teníamos que amasar y elaborar el pan en el cortijo. La ropa que teníamos era mala y el calzado era muy pobre. Los más pequeños de mi casa se encargaban del ganado y los más grandes de las labores del campo. Cuando me casé no pudimos salir de viaje de novios porque la situación económica era precaria. Eran otros tiempos. Ahora, para no perder la costumbre y porque me encanta, sigo realizando trabajos de ganchillo y mimando mis macetas para que luzcan primorosamente en la entrada de mi vivienda”, manifestó la entrañable y admirable Pepa Moreno.