Hasta siempre Johnny
Gran conocedor de la historia de un Dalías del que ya se ha despedido, llegó cuando era joven para encandilar a todos sus habitantes
Lo conocí hace mucho, en el tiempo en el que se lanzó Alianza Cien, un proyecto de libros a cien pesetas para que la lectura estuviera al alcance de todo el mundo ¿Pero quién querría leer si podía escuchar las historias de Juan? Juan Callejón Macdonald nos enseñó muchas cosas, muchas cosas de su vida, porque todo en él era particular. Siempre se sacaba de la manga un punto de vista en el que tú no habías caído, siempre tenía una opinión que tú no habías conseguido imaginar.
Gran conocedor de la historia de un Dalías del que ya se ha despedido, llegó cuando era joven para encandilar a todos sus habitantes. Muchas lo recordarán como uno de los jóvenes más guapos que iba a bailar al Casino, otros por el coche que se trajo de Inglaterra cuando en Almería los vehículos eran muy pocos. Porque Juan, como le conocíamos en familia o formalmente, o El Johnny, como se le ha conocido siempre en Dalías, era una persona que no te dejaba indiferente.
Portador de la historia de una familia de renombre, con una mezcla de sangre que parecía sacada de una película. Entre sus parientes hay que destacar a Eduardo Propper de Callejón, diplomático español que durante la II Guerra Mundial ayudó a judíos a huir de Francia, al que se le recuerda en un monumento en la sede de la ONU. Una nieta de Propper de Callejón es Helena Bonham Carter, reconocida actriz a la que hemos podido ver en películas y series de televisión, por poner dos ejemplos.
Pero lo que siempre recordaré de Juan será la mirada inteligente y el triunfo de uno mismo. No olvidaré sus preguntas siempre sagaces sobre política o periodismo, siendo profundamente independiente, totalmente inglés, como su sentido del humor, que encajaba tan bien con el que se estila en Dalías.
Hoy es el momento de rendirle homenaje, sabiendo que nunca fue el mismo desde que su compañera María Ángeles nos dejó a todos sin una parte de nuestra alegría. Él se llevó la peor parte, porque ella era su compañera, y no pudo aceptar que se escapara de sus manos antes de tiempo. Este año ya no llegará ninguna felicitación de Navidad a la casa de Juan procedente de Nueva Zelanda porque El Jhony no está. Esas que venían en un sobre donde se podía leer: Johnny, Dalías, Almería, España, sin ningún dato más, y siempre llegaban.
Juan, el que yo conocí, forma ya parte de una leyenda que recordaremos durante décadas. Fue ese hombre, como el protagonista de la película de Big Fish, que te contaba historias alucinantes que encima eran verdad. Él, que tuvo que refugiarse bajo una escalera para protegerse de las bombas de la II Guerra Mundial en Londres, el mismo que tenía un loro que se llamaba Lola en su jardín, el mismo que hace tan solo unos años quiso recorrer Alemania en moto y lo consiguió, porque era la persona que se levantaba de la mesa cuando quería, y todos lo veíamos bien, porque era Juan, y porque sabíamos que ser único tiene estas cosas.
Tus hijos, nueras, nietos y nietas te recordarán siempre. Qué suerte haberlos conocido, a él y a María Ángeles, qué suerte recordarlos brindando por ellos y por su alegría, porque seguro que así querrían que los tuviéramos presentes, siendo felices.