Una exposición de la Dirección General del Catastro en Cáñar subraya el valor del patrimonio documental que custodian los archivos
Este sábado se inaugura la muestra titulada ‘El Catastro de Ensenada. Magna Averiguación Fiscal para Alivio de los Vasallos y Mejor Conocimiento de los Reinos (1749-1756). Cáñar y Barja’
La exposición titulada ‘El Catastro de Ensenada. Magna Averiguación Fiscal para Alivio de los Vasallos y Mejor Conocimiento de los Reinos (1749-1756). Cáñar y Barja 1752’ se inaugurará este sábado 29 de junio en Cáñar y estará abierta al público hasta el próximo mes de septiembre.
La muestra, comisariada por los profesores Raúl Ruiz Álvarez de la Universidad de Cádiz, Ángel I. Aguilar Cuesta y Concepción Camarero Bullón de la Universidad Autónoma de Madrid, examina meticulosamente la documentación del Catastro de Ensenada custodiada en el Archivo Histórico Provincial de Granada. A partir de dicha investigación se ha elaborado un libro que se entregará a los asistentes.
El proyecto está respaldado por la Dirección General del Catastro del Ministerio de Hacienda y Función Pública y cuenta con la colaboración del Archivo Histórico Provincial de Granada, dependiente de la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía. Además, participan el Instituto Universitario de la Corte en Europa (IULCE-UAM, Madrid) y el Centro de Estudios Históricos del Valle de Lecrín y La Alpujarra (CEHVAL).
La inauguración contará con la presencia del alcalde de Cáñar, Manuel Álvarez; el subdirector de la Dirección General del Catastro del Gobierno de España, Jesús Puebla; el delegado territorial de empleo, empresa y trabajo autónomo de la Junta de Andalucía, Javier Martín y la directora del Archivo Histórico Provincial de Granada, Eva Martín.
Los comisarios explican que, en 1752, durante la realización del catastro, el término municipal de Cáñar comprendía dos localidades: Cáñar y Barja, ambas pertenecientes al Estado de Órgiva. Barja contaba con 174 habitantes distribuidos en 43 familias, mientras que Cáñar albergaba a 590 personas organizadas en 155 familias, incluyendo dos del estado eclesiástico. Las dos localidades disponían de instalaciones industriales relacionadas con el agua y los cereales, como los tradicionales molinos harineros. La tierra era el principal recurso económico, con amplios terrenos de regadío y secano cultivados con olivos, castaños, árboles frutales y morales. También poseían un extenso monte que proporcionaba madera para la Marina. La mayoría de los vecinos eran labradores y jornaleros, destacando el papel fundamental de las mujeres en estas actividades. Se registraron además otros oficios como maestro molinero, cirujanos, organista, tejedores de lienzo y maestros herradores.
En 1816, una riada devastó Barja, obligando a sus habitantes a trasladarse a Cáñar, dejando tras de sí únicamente algunas ruinas que hoy testimonian su pasado.