Un estudio de fortificaciones en La Alpujarra, premiado por Sociedad de Humanidades Digitales Hispánicas y Fundación BBVA
El investigador Jorge Rouco, que actualmente es investigador en el Instituto de Ciencias del Patrimonio del CSIC, ha explicado que "supone un lugar ideal para estudiar la evolución del paisaje de época andalusí y del poblamiento de las fortificaciones a lo largo de la Edad Media"
El estudio de Jorge Rouco Collazo sobre las fortificaciones medievales de La Alpujarra a través de técnicas como la fotogrametría, arqueología virtual y análisis espacial ha sido el ganador en la II edición del Premio a la Mejor Tesis Doctoral en Humanidades Digitales, que otorgan conjuntamente la Sociedad Internacional de Humanidades Digitales Hispánicas y la Fundación BBVA.
La Alpujarra Alta es una de las zonas de la Península Ibérica donde Al-Ándalus estuvo presente durante más de 700 años. El investigador Jorge Rouco Collazo, que actualmente es investigador Juan de la Cierva en el Instituto de Ciencias del Patrimonio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha explicado que «supone un lugar ideal para estudiar la evolución del paisaje de época andalusí y del poblamiento de las fortificaciones a lo largo de la Edad Media».
«En el momento medieval –ha continuado– las fortificaciones son uno de los principales elementos a nivel de articulación del territorio tanto para la defensa como para la propia administración».
La tesis premiada, titulada ‘Las fortificaciones medievales de la Alpujarra Alta desde la Arqueología de la Arquitectura y el Paisaje’, tiene como objetivo analizar la evolución de estas construcciones para concretar sus funciones a lo largo del tiempo.
Para ello, Rouco ha estudiado un total de 20 fortalezas con restos materiales en un área de estudio de 1.722 kilómetros cuadrados de la cara sur de Sierra Nevada, lo que le ha permitido «comprender mucho mejor el proceso histórico que ha dado lugar al paisaje cultural que hay hasta hoy en día en La Alpujarra».
«Entre los años 80 y 90 se estudió de forma superficial con los métodos de la época. Ahora, la aplicación de nuevas tecnologías ha aportado muchos más datos y de mayor calidad, que han permitido abrir de nuevo el debate sobre la función de las fortificaciones», ha señalado Rouco.
El investigador ha destacado que la fotogrametría ha sido la herramienta propia de la Humanidades Digitales más relevante para este trabajo. «Consiste en crear modelos tridimensionales de los yacimientos a través de una serie de fotografías desde todos los ángulos, modelos que incluso se pueden imprimir para sacar maquetas», ha indicado.
Para poder acceder a todos los puntos, teniendo en cuenta el tamaño de los castillo y la topografía de la zona, también han empleado drones para las áreas más inaccesibles. «Esto ha permitido obtener documentación gráfica de calidad de las fortificaciones y hacer luego el análisis de su evolución», ha explicado Rouco. Sin el uso de estas técnicas «hubiese sido prácticamente imposible en el tiempo de estos cuatro años que me ha llevado la tesis documentar con tanta precisión las fortificaciones», ha añadido.
Otro de los pilares de la investigación ha sido el análisis espacial, que ha servido para investigar la relación de las fortificaciones con el resto de los elementos que componen el paisaje, en especial el poblamiento y las áreas de explotación de recursos.
«Se ve que las fortificaciones han tenido un papel fundamental en la conformación del territorio en la época medieval en la Alpujarra, además de una vida bastante larga, ya que algunos castillos están usándose ininterrumpidamente durante ocho siglos», ha comentado el investigador.
Con estas técnicas digitales también ha podido verificar cómo los castillos, que en muchos casos habían sido construidos por campesinos para su defensa tras la conquista musulmana, paulatinamente pasan a manos del Estado central –primero, el califato de Córdoba y después, los reinos nazaríes y de Granada–, que los utilizan como sede de su poder y no tanto para la defensa de los campesinos.
Los resultados obtenidos se han compartido en un repositorio de acceso abierto, junto con fichas de registro de estratigrafía, de materiales, ortofotografías, fotografías y fichas de trabajo de análisis espacial. Todo ello ha supuesto un total de 8.364 archivos con un peso total de 64 GB alojados en un repositorio libremente consultable.
«Es la única forma de que la investigación pueda ser realmente reproducible y de que los investigadores puedan acceder no sólo a mis conclusiones sino también a los datos en bruto. Así, si ellos quieren recalcular o hacer otro tipo de análisis, pueden apoyar mis conclusiones o refutarlas», ha señalado Rouco.
Además, ha explicado que «es la manera de que el conocimiento avance y no sigamos estancándonos eternamente. Si no compartimos los datos en bruto, la mitad de la investigación no sirve para nada».
El investigador ha aclarado que la idea del repositorio es que también se conozcan las técnicas que se han empleado y otros investigadores empiecen a aplicarlas en sus casos de estudio, ya que todavía son «técnicas bastante novedosas». «Suponen un gran avance del que ya no podemos volver atrás. Las Humanidades son cada vez más interdisciplinares y nos obligan a estar formados en otros campos», ha recalcado Rouco.
Actualmente su área de estudio se centra en la época medieval del cuerno de África, la zona de Etiopía, Somalia y Yibuti, entre los siglos XII y XV, donde también sigue aplicando el análisis espacial y la documentación tridimensional de los yacimientos.