Lanjarón celebrará sus fiestas de San Isidro en su ermita y alrededores

El recinto religioso de este municipio de La Alpujarra, dedicada al patrón de los agricultores y provisto de 78 escalones, fue construido en 1956 por la Hermandad de Labradores y vecinos del pueblo

El Ayuntamiento de Lanjarón, presidido por Eric Escobedo, a través de la concejalía de Turismo, Cultura, Educación, Festejos y Tradiciones, representada por Antonia Romero, con la colaboración de la Parroquia de la Encarnación, a cargo del sacerdote Antonio Jesús Heredia, celebrará las Fiestas de San Isidro Labrador el día 15 de este mes de mayo. Este año volverá la tradicional romería, la liturgia en la ermita a partir de las seis de la tarde, la procesión por el campo y eras morunas y la degustación de chocolate con leche y tortas de azúcar que viene ofreciendo gratuitamente el Ayuntamiento a los asistentes. Los célebres hornazos con su huevo duro dentro se podrán adquirir en las famosas tahonas.

En 2017, Antonio Jesús Heredia, rescató a los muchos años la procesión de la imagen de San Isidro Labrador desde su ermita hasta el paraje de las Eras de San Isidro, tras bajar nada más y nada menos que los 78 escalones que posee el recinto religioso. Entre las personas que portaron las andas con la imagen de San Isidro Labrador se encontraban Antonio Jesús Heredia y Eric Escobedo. Los dos siguen con la tradición de llevarla junto con otros vecinos del pueblo. El Ayuntamiento agasaja a los presentes con una suculenta merienda a base de chocolate con leche y tortas de azúcar como las de antes.

Algunas personas aprovechan la ocasión para degustar también los célebres hornazos lanjaronenses. En estas fiestas ‘arriman el hombro’ también el equipo de gobierno municipal y un hombre muy bueno entregado en todo momento a fomentar los cultos religiosos llamado José Luis Estévez.

La ermita consagrada a San Isidro Labrador de Lanjarón fue inaugurada en el año 1956. La Hermandad de Labradores de Lanjarón, presidida por el que fuera empresario, alcalde y juez de paz, Antonio Reyes Samos, fue la encargada de construirla con la ayuda de muchas personas. Algunos ancianos aseguran que Antonio Reyes “fue un buen alcalde. Reyes tenía mucha amistad con las ‘altas esferas’ de aquellos tiempos y en su hotel y en una formidable casa se hospedaban también generales, empresarios, políticos… de mucho postín y con mucho mando. Antonio Reyes, también conocido por ‘El Nono’, reformó muchas calles, hizo que se construyeran grupos escolares, fomentó la biblioteca publica, construyó viviendas sociales a través del patronato ‘Santa Adela’, realizó alcantarillados y pavimentaciones, consiguió aumentar las tierras de riego, ayudó a mucha gente cuando tenía que prestar el servicio militar o cuando precisaba trabajo, y gracias a él también, Lanjarón dispone de una ermita muy hermosa dedicada a San Isidro, el patrón de la gente del campo”, terminaron diciendo.

En otros tiempos también acudían a las fiestas de San Isidro Labrador las niñas de las escuelas de Lanjarón con sus vestidos de gitana, otras personas con sus caballerías, las autoridades del pueblo y las personas pertenecientes a la Hermandad de Labradores de Lanjarón. Después, y entre otras cosas, se celebraba la santa misa y la bendición de los campos. Desde hace muchos años muchas personas cuando regresan al pueblo, tras haber estado en las fiestas y romería de San Isidro, suelen acercarse al bar-restaurante ‘La Casita de Papel’, que se encuentra cerca de la ermita, para ‘hacer gasto’ y si se tercia para beber agua en la ‘Fuente de las Adelfas’, una de las fuentes más famosas y visitadas de Lanjarón.

San Isidro nació en Madrid en 1081. Su padres eran pobres y virtuosos. Isidro de Merlo y Quintana contrajo matrimonio con una doncella de Torrelaguna llamada María de la Cabeza, y tuvieron un hijo. Después hicieron los esposos voto de vivir como hermano y hermana. Él entró a servir con Iván o Juan de Vargas. Era San Isidro gran madrugador y visitaba varias iglesias antes de ir al trabajo. Algunas personas envidiosas y malas le acusaron ante el amo de no trabajar con la diligencia debida. Fue Juan de Vargas una mañana al predio y se encontró a su criado postrado en oración. Pero, cuando iba a reprenderle, vio que unos ángeles hacían por él el trabajo de arar el campo.

San Isidro en vida y después de muerto obró muchos milagros. En una año de sequía hizo brotar una fuente, que sigue manando, junto a la ermita de su nombre. Fue extremadamente caritativo con las personas y con los animales. Un día de una gran nevada dio de comer a los pájaros, vaciando el costal de trigo que llevaba a moler. Llegado al molino, todos pudieron ver que el costal estaba lleno. Estando otro día en la iglesia, fueron a avisarle de que un jumento iba a ser devorado por un lobo. Él siguió rezando y, al salir de la iglesia, vieron al burro paciendo y al lobo muerto a su lado. La esposa de tan gran santo se contagió del don de hacer milagros. En una ocasión, teniendo que cruzar el Jarama, que venía crecido, echó su mantilla sobre las revueltas aguas y pudo pasar a pie enjuto al otro lado.

Después de su muerte, acaecida el 15 de mayo de 1172, San Isidro se apareció, en los fragores de Sierra Morena, al Rey Alfonso VIII para mostrarle el camino libre de enemigos, por el que llegar a las Navas de Tolosa. Siglos más tarde, habiendo caído enfermo Felipe III, a su regreso de Lisboa, en Casarrubios del Monte, fue llevado el cuerpo de San Isidro al pueblo. Tan pronto como entró la caja en la regia estancia, quedó el monarca limpio de calentura y sanó milagrosamente. Tal fue siempre en Madrid la devoción a San Isidro, que se le veneraba como santo desde mucho antes de ser siquiera beatificado. San Isidro Labrador es el patrón de Madrid. En otros lugares de La Alpujarra como Alboloduy, Alcaudique, Barranco de Almerín, Bentarique, Cádiar, La Parra, La Rábita, Albondón, etcétera, también se venera a San Isidro. En Dúrcal, Cozvíjar y Padul, en el Valle de Lecrín, se celebra a lo grande una fiesta y romería en su honor.