La escuela rural se da cita en La Alpujarra este fin de semana

FAMPA Alhambra celebra sus I Jornadas de Escuela Rural en Cádiar

Según datos de la Consejería de Educación, en el curso 2022-2023 había en Andalucía 104 colegios públicos rurales con 11.013 escolares; 37 de esos colegios están en la provincia de Granada y a ellos acuden 3.987 alumnos y alumnas.

A éstos habría que sumar los muchos Colegios de Educación Infantil y Primaria (CEIP) que se encuentran en pueblos pequeños alejados de la capital y que comparten características con los CPR, como tener el alumnado de varios niveles juntos y maestros o maestras itinerantes.

No es casualidad que la Federación Provincial de Asociaciones de Madres y Padres del Alumnado de Granada haya elegido Cádiar, un pequeño pueblo de 1.539 habitantes en el corazón de La Alpujarra granadina, para este encuentro. Gran parte de los colegios públicos rurales de Granada se encuentran en la comarca de La Alpujarra y en la zona más al norte de nuestra provincia: Guádix, Baza y Huéscar.

Hace tiempo que FAMPA Alhambra se dio cuenta de la necesidad de acercarse a la realidad de estas familias y organiza encuentros comarcales y talleres de formación en toda la provincia para llegar a ellas y ayudarlas a empoderarse. «La escuela rural desempeña un papel vital en nuestras comunidades», señala Rosa Funes, presidenta de la federación granadina, «No solo se encarga de la transmisión de conocimientos, además desempeña una labor social primordial en la preservación de nuestra cultura, valores y tradiciones.»

En las jornadas contarán con la participación de expertos como el Profesor de la Universidad de Granada, D. Jaime José Andreu Abela, que hablará de la escuela rural como motor de cambio contra la despoblación.

Son muchos los retos a los que se enfrentan las escuelas rurales y la despoblación es uno de los más destacados, ya que junto a la caída de la natalidad, que afecta a toda las escuelas en general, se añade la emigración de las familias a las ciudades o núcleos urbanos más grandes.

Si los pueblos pequeños pierden sus escuelas se vuelven menos atractivos para las familias y poco a poco van muriendo. En la última década se han perdido 18 colegios públicos rurales en toda Andalucía; la provincia de Granada perdió 7. Si decimos que la juventud es el futuro, en ningún lugar es eso más cierto que en los pueblos de la España vaciada.

Un Decálogo para dar voz a las familias del medio rural

Este fin de semana a Cádiar vendrán familias de la escuela rural de Castilla y León, una de las comunidades de España que más sufre la despoblación, a compartir sus experiencias. Y se profundizará en la situación actual de la escuela rural en la provincia de Granada: sus retos y oportunidades.

Estos colegios tienen características que muchas familias en la capital envidian: una ratio baja, cocina propia con productos de kilómetro 0, contacto cercano con el entorno natural y el poder ir en bicicleta o andando al colegio cada día. Sin embargo, es fundamental que los colegios rurales cuenten con todos los recursos necesarios para que sus singularidades sigan siendo grandes ventajas.

«Junto a CEAPA, la mayor confederación de AMPA de España, y CODAPA, la confederación andaluza de AMPA de la escuela pública, pedimos a las administraciones educativas que se preste especial atención a la escuela en el medio rural», señala Rosa Funes. «Uno de los objetivos principales de estas jornadas es la revisión y actualización del Decálogo por la Escuela Rural que creamos juntas hace ya casi 5 años en Antequera para toda la escuela rural del territorio español.»

Y es que la escuela rural vive una realidad que no contemplan las administraciones públicas.

Una de las reivindicaciones clave de estas familias aparece en el punto 2 del decálogo: para garantizar que dispongan de los recursos humanos, incluidos especialistas, y materiales necesarios, es necesario que se tenga en cuenta las características específicas de cada centro y territorio; no simplemente los números. Si se toman decisiones basándose únicamente en criterios numéricos, como en la ciudad, se pone en riesgo la supervivencia de la escuela rural.

Las familias también piden más incentivos y facilidades para que los maestros itinerantes se asienten en el territorio y puedan formar parte de la comunidad en la que educan. Fomentar la continuidad de las plantillas en estos colegios es esencial, y que tengan una formación específica para adaptarse al entorno rural en el que van a desarrollar su labor docente.

Por otra parte, se lamentan de que es muy difícil reclamar en el entorno rural. Las familias encuentran muchos obstáculos para hacer valer sus derechos, entre ellos la falta de anonimato en una comunidad tan pequeña cuando tienen que hacer una reclamación o pedir que se abra un expediente al personal del centro.

Además, las movilizaciones en pueblos tan alejados de la capital tienen poca repercusión en los medios y cuesta mucho que las familias se desplacen a Granada: «una vez que te han cerrado una línea o te han quitado un maestro o maestra es muy difícil recuperarlo», señalan.

Un buen ejemplo de ello son los centros de primaria que han perdido el primer ciclo de la ESO que tenían adherido para que los menores no tuvieran que desplazarse al instituto comarcal, lejos de su familia y por carreteras difíciles a edades tan tempranas. «Ahora que han llegado familias nuevas con adolescentes, no se han recuperado esos «Semi-D» señalan las familias».

Finalmente, otro tema que se revisará en las jornadas este fin de semana en Cádiar, es la situación del alumnado con necesidades educativas especiales (NEE) y necesidades específicas de apoyo educativo (NEAE) que en la escuela rural es aún más grave que en la capital.